martes, 3 de diciembre de 2013

Hace rato que no quería sentarme para reencontrarme conmigo misma...
nunca pensé que mi ánimo pasaría cambiando de despejado a nublado día por medio, o quizás de un minuto a otro. Hace tanto que no siento que la felicidad abunde en mi y que la tranquilidad sea mi mejor aliada.
No creía que la vida en pareja fuese tan fría a veces. O que el otro en ocasiones es invisible.
Me acuerdo que cuando era adolescente, en una tarde de verano me digo: "hace tanto tiempo que no lloro" y hoy lo hago día por medio.
Estoy defraudada de mi misma, de mis objetivos que se hacen humo por cualquier motivo o simplemente no tengo fuerzas para seguir adelante. Me pesa el pelo, las uñas, los ojos, me faltan los pesos en los bolsillos y los sueños por cumplir.
Mando a la mierda a diario todo, lloro con el perro que me acompaña en el paradero mientras espero el bus para el regreso a casa, siento mi alma cansada, a veces siento a Dios a mi lado, otras veces a mi abuelo que murió hace 12 años.
Cuando me siento así cierro los ojos y me transporto a esos olores del verano de años pasados en el jardín de mi casa de la niñez, de los colores, que eran distintos en esos años. A veces cuando vengo de comprar el pan pasa un zorzal y me acuerdo de toda la tranquilidad que ya no tengo.
Hay cuestionamiento de todo, de las decisiones que he tomado, de lo que hice y de lo que no. De haber volado de casa, de no quedar embarazada cuando yo quería, de que él no me haga el amor con la frecuencia que deseo yo y que a veces se me quita con solo ponerme a pensar en los tiempos cuando el sexo no existía para mi.


"no se cuando volveré, no se donde llegaré  no sé que me encontraré, ni me importa"(Bebe)